Entrevista al bailaor Israel Galván
Pablo San Nicasio entrevista durante aproximadamente media hora al gran bailaor y coreógrafo sevillano Israel Galván
Pablo San Nicasio entrevista durante aproximadamente media hora al gran bailaor y coreógrafo sevillano Israel Galván
Ya me confesó un día el gran Antonio Benamargo que «La Edad de Oro» de Israel Galván era EL ESPECTÁCULO. Y qué mejor para cerrar la Suma 2021 que contar con el sevillano para deconstruir todo el flamenco levantado ladrillo a ladrillo a lo largo de veinte días.
Con una gran entrada en la roja de los Teatros del Canal, el público más paciente y delicatessen de la Suma descorchó la botella para agradecer de nuevo que hemos culminado un nuevo festival. Que tal y como está todo, nunca se sabe. Y que se ha podido, de nuevo, constatar que vivimos en la era, la Edad de Oro, de Israel Galván. Otra liga. Este no se puede enseñar en las escuelas de danza, ni analizar demasiado por la flamencología militante y sabihonda. Tampoco se le adivinan no ya discípulos, siquiera imitadores medianamente solventes. Este es lo que viene siendo un genio personal de la danza. Y suerte que le ha tocado al flamenco.
Israel Galván plantea su Edad de Oro más allá de un monólogo. Que ya sería de órdago. Aquí, sí, se vislumbra una soleá, una caña, una minera, martinete, farruca, alegrías, bulerías… pero más allá del boceto lo que sobresale es el flamenco cubista de un bailarín que está fuera de época y de planeta. Así que como para escribir con atino del asunto.
Cada fotograma, cada instante, es una pista para las generaciones venideras y una idea para los coreógrafos de otros géneros. A ver qué se inventan los bailaores, bailarines, coreógrafos y demás amigos del gremio en el futuro que no haya trabajado el sevillano. Lo que pasaba con Paco…
Así que el disfrute de la concurrencia fue mayúsculo. También por el soberano papel de sus compañeros de fatigas, que con Israel, no son poco complejas. David Lagos siempre en su sitio y espectacular por minera, seguiriya y bulerías a palo seco. Siempre a más. Magistral. Y Juan Requena a la altura de la dificultad que se plantea. Nos acordamos en su momento de lo que Eduardo Trassierra tiene que sudar con Rocío Molina. Pues en ese nivel. Así que los «sonanteros» nos descubrimos con este tocaor.
Manejo de códigos que harían casi necesario un libreto o un guión para el público, aunque a buen seguro que nos perderíamos de página al ritmo que va el cerebro de Galván. Qué más da. Es la danza por la danza. El arte por el arte. El oro por el oro.
La idea de deconstrucción quedó patente en los bises. Con doble intercambio de roles: todos hacían de todo. Hasta cantando se le adivinaba cierto metal a Israel. Un día Valentino Rossi se puso a los mandos de un Fórmula 1 y no lo hizo mal. Pues eso.
Israel Galván: danza. Juan Requena: guitarra. David Lagos: cante
Reseña de Pablo San Nicasio del espectáculo que cerró la Suma Flamenca 2021
Os dejamos la galería fotográfica de María Aragón «La Gafa» tras presenciar el estupendo espectáculo que protagonizó Pastora Galván y su cuadro de auténtico lujo el pasado jueves 16 de mayo en la fundación Cajasol de Sevilla
El asunto iba de celebrar que Pepe Habichuela lleva 60 años haciendo feliz a la gente sin bajarse del top ten de la guitarra flamenca, de modo que se programaron por todo lo alto tres días seguidos de conciertos en el Teatro Circo Price de Madrid. El 11 de octubre (2017) el cartel era
El bailaor Eduardo Guerrero (Cádiz 1983) es uno de los más interesantes artistas del panorama flamenco actual. Bailó en compañías como la de Eva Yerbabuena y Rocío Molina y posee muchos premios, como el Desplante en la Unión. Es un modelo solicitado en la Fashion Week de Madrid y tiene un encanto especial. Un ave del paraíso. En su nueva obra solista «Guerrero“ se centra en su relación con las mujeres. Es una guerra también, pero una guerra de sentimientos.
Está de enhorabuena, se acaba de llevar el premio del público en el Festival de Jerez.
Cada vez que nos veíamos le preguntaba por su disco y él siempre igual: “está a punto”. Pero por unas cosas o por otras se demoraba. Trabajo, evidentemente, no le faltaba a Alfredo Lagos (Jerez de la Frontera) y era eso precisamente lo que le alejaba del estudio de grabación. Pero su categoría en concursos y recitales demandaba que supiéramos de él también como solista.
Bailaora que al principio no le echó cuentas a la cátedra que tenía en casa, que era única, y cimentó su personalidad bailaora en la rebeldía. Le salió bien y con los años, además, ha hecho compatible su estilo con cierto aroma de recuerdo a sus ancestros. Quedamos con Belén Maya (Nueva York, 1966) cerquita de Amor de Dios y echamos el desayuno hablando. Siempre es bueno saber qué hace y en qué piensa una primerísima figura del baile flamenco.