OTRA LIGA

Ya me confesó un día el gran Antonio Benamargo que «La Edad de Oro» de Israel Galván era EL ESPECTÁCULO. Y qué mejor para cerrar la Suma 2021 que contar con el sevillano para deconstruir todo el flamenco levantado ladrillo a ladrillo a lo largo de veinte días.

Con una gran entrada en la roja de los Teatros del Canal, el público más paciente y delicatessen de la Suma descorchó la botella para agradecer de nuevo que hemos culminado un nuevo festival. Que tal y como está todo, nunca se sabe. Y que se ha podido, de nuevo, constatar que vivimos en la era, la Edad de Oro, de Israel Galván. Otra liga. Este no se puede enseñar en las escuelas de danza, ni analizar demasiado por la flamencología militante y sabihonda. Tampoco se le adivinan no ya discípulos, siquiera imitadores medianamente solventes. Este es lo que viene siendo un genio personal de la danza. Y suerte que le ha tocado al flamenco.

Israel Galván plantea su Edad de Oro más allá de un monólogo. Que ya sería de órdago. Aquí, sí, se vislumbra una soleá, una caña, una minera, martinete, farruca, alegrías, bulerías… pero más allá del boceto lo que sobresale es el flamenco cubista de un bailarín que está fuera de época y de planeta. Así que como para escribir con atino del asunto.

Cada fotograma, cada instante, es una pista para las generaciones venideras y una idea para los coreógrafos de otros géneros. A ver qué se inventan los bailaores, bailarines, coreógrafos y demás amigos del gremio en el futuro que no haya trabajado el sevillano. Lo que pasaba con Paco

Así que el disfrute de la concurrencia fue mayúsculo. También por el soberano papel de sus compañeros de fatigas, que con Israel, no son poco complejas. David Lagos siempre en su sitio y espectacular por minera, seguiriya y bulerías a palo seco. Siempre a más. Magistral. Y Juan Requena a la altura de la dificultad que se plantea. Nos acordamos en su momento de lo que Eduardo Trassierra tiene que sudar con Rocío Molina. Pues en ese nivel. Así que los «sonanteros» nos descubrimos con este tocaor.

Manejo de códigos que harían casi necesario un libreto o un guión para el público, aunque a buen seguro que nos perderíamos de página al ritmo que va el cerebro de Galván. Qué más da. Es la danza por la danza. El arte por el arte. El oro por el oro.

La idea de deconstrucción quedó patente en los bises. Con doble intercambio de roles: todos hacían de todo. Hasta cantando se le adivinaba cierto metal a Israel. Un día Valentino Rossi se puso a los mandos de un Fórmula 1 y no lo hizo mal. Pues eso.

Israel Galván: danza. Juan Requena: guitarra. David Lagos: cante


Reseña de Pablo San Nicasio del espectáculo que cerró la Suma Flamenca 2021

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