Yo también quiero Tomate para mi cumpleaños
El asunto iba de celebrar que Pepe Habichuela lleva 60 años haciendo feliz a la gente sin bajarse del top ten de la guitarra flamenca, de modo que se programaron por todo lo alto tres días seguidos de conciertos en el Teatro Circo Price de Madrid. El 11 de octubre (2017) el cartel era: Pepe Habichuela, Estrella Morente, Soleá Morente, Kiki Morente, Arcángel, Antonio Canales y Suena Ketama con Juanito Makandé y José el Francés. El 12 de octubre: José Mercé, Tomatito, Niña Pastori, Farruquito y El Pele. Y el 13: Miguel Poveda, Silvia Pérez Cruz, Israel Galván y la Familia Habichuela con Jorge Pardo. Yo tuve la suerte de presenciar la función que coincidió con la festividad de la Hispanidad, jueves, y esto es lo que vengo a contarles hoy.
Incumpliendo el orden prometido en el cartel, pusieron a romper el hielo a nuestro héroe Tomatito, Excelentísimo Señor don José Fernández Torres, flamante Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y una de las esencias medicinales más eficaces que nos quedan a día de hoy para temas de arrebatos cardíacos y otras dolencias del ánimo. Una garantía de éxito y que nunca pone pegas a la hora de ser generoso con las dosis. Primero nos deleitó con su magia de leyenda viva en el tiempo que le correspondió en el reparto, luego acompañó a José Mercé en todo su turno y luego también un cacho bueno al Pele, después de que Pepe Habichuela templase las cuerdas un poquito para el cantaor cordobés. Nuestro Tomate es capaz de echarse a las espaldas él solo las fiestas que hagan falta, y sin necesidad de decir esta boca es mía, que fue el único del cartel que no cogió el micro para pronunciar las palabras de rigor en todo cumpleaños que se precie. El Excelentísimo Señor Tomate ya tenemos asumido que prefiere hablar con la guitarra, que es como ponen el corazón los guitarristas.
La que sí estuvo parlanchina fue la Niña Pastori, muy reivindicativa ella con la figura de Josemi Carmona. La cantaora isleñita considera que el mítico guitarrista de Ketama no ha recibido aún el reconocimiento artístico que merece, y así lo hizo constar ante la audiencia del Price, y, bueno, puede que hasta lleve razón y todo, porque en lo que se refiere al binomio mérito–recompensa no son precisamente escasas las injusticias a lo largo de la Historia, pero no lo dirás por nosotros, querida mía, en Chalaúra siempre hemos sido muy fans de Josemi, y, por otra parte, el hombre está en plenitud de facultades y ahí sigue dando batalla. Si estamos diciendo que todavía le queda cuerda para rato al padre no creo que nadie quiera jubilar ya al hijo, ¿no? Y, por supuesto, también somos súperfans acérrimos tuyos, María, a tus pies, siempre.
Y para cerrar la función salió Farruquito, que hay que decir que se llevó las ovaciones más cerradas de la noche. Luego tuvo lugar el clásico fin de fiesta con todos los artistas en el escenario más algún que otro espontáneo y hasta Pepe Habichuela se marcó unas pataditas de lo más cachondas. «Estoy hecho un Michael Jackson», declaró el guitarrista al día siguiente en una entrevista radiofónica. No he dicho que de maestro de ceremonias tuvimos a mi vecino del barrio Juan Manuel Montilla “El Langui”, infalible cuando de animar una fiesta se trata, y también me gustaría tener un recuerdo muy especial para Antonio Carmona, que sigue en el hospital recuperándose del achuchón de estos días y se le echó mucho de menos. Mucho ánimo, Antonio.
Por lo que se refiere a la facción vip, caras famosas entre el público, sospecho que la noche también estuvo bien servida, aunque yo anduve con los radares distraídos. Así y todo, hay nombres importantes que sí puedo poner en la lista: mi gran amiga Laurita, embarazadísima y radiante y que estuvo acompañada por Íñigo (su señor esposo) y unos amigos, y la presentadora de televisión Francine Gálvez y el matador de toros Alberto López Simón, que no se pierde una, y, ya estirando la cosa un poco por los pelos, un señor que se sentó dos filas por delante de mí y que era ni más ni menos que Eduardo Mendoza, el novelista. O sea: no las tengo todas conmigo de que realmente fuera él, es verdad que había coincidencias bastante irrefutables: la fisonomía era idéntica, la estatura, la ropa cara, pero había un detalle que discordaba: su gesto no era amable. Ni el menor atisbo de sonrisa. Suponiendo que fuera el auténtico Eduardo Mendoza, se me ocurren al menos dos motivos capitales para este desabrimiento facial tan atípico en él: la contienda de Cataluña, obvio, y, por efecto contagio, la fiesta del Premio Planeta de Novela, que era justo tres días después y no llegaba en el momento más oportuno. Seguramente cuando lean ustedes esta reseña ya sabremos si la fiesta literaria se desarrolló o no por los cauces habituales de la concordia, a mí este año, como no me han invitado, pues un problema menos. En fin, da igual, ni siquiera sé a cuento de qué venía todo este rollo, aquí lo importante hoy era consignar la felicidad de Pepe Habichuela y desde esta web le enviamos nuestro abrazo más cariñoso al maestro y que siga la juerga muchos años más.
Germán San Nicasio
Escritor