«Me gusta la frase: con mucho respeto pero muy poquita vergüenza»

De los artistas más versátiles y con más papeletas para abrirse un hueco propio en los tiempos de mestizaje y “todoterrenismo” que se exigen a los que suben al escenario.

Poco más se le puede pedir a un artista como Antonio Lizana (San Fernando, Cádiz. 1985). Formado en la calle y en los mejores conservatorios. Con la frescura y el descaro del que nada tiene que perder y todo que ganar y la suficiente sabiduría como para tener respeto por los terrenos que pisa. Desayunamos con él dos días antes de llegar a la última tertulia de la temporada en «La Quinta del Sordo».

Por Pablo San Nicasio @pablosannicasio


Tengo que preguntarte por dos personas que he entrevistado y que, quizá, puedan ser referentes para ti: Pedro Iturralde y Jorge Pardo. A pesar de tener conceptos tan distintos

“Son dos fenómenos. Y en la música no hay que excluir a uno a favor de otro. Está claro que cuando yo empezaba me pilló más la época de Jorge Pardo. Escuchaba mucho la música del Septeto de Paco de Lucía y casi era mi único referente. Recuerdo que me tiré dos o tres años sólo con eso. Pero cuando empecé a estudiar jazz descubrí a Coltrane, a Charlie Parker. También coincidí con Pedro Iturralde hace poco en un concierto y vi su visión de la fusión, de la música. De todos modos Iturralde, aunque grabó con Paco de Lucía, no se puede decir que tenga una trayectoria en el flamenco o que tenga inclinaciones flamencas”.

En el conservatorio ¿Te hablaban del flamenco y del jazz?

“Fue una época más de intuición. En el conservatorio hacía clásico y el flamenco lo tenía al lado. No tenía excesiva necesidad en que me hablaran del flamenco porque lo tenía en la calle. En el jazz la cosa era diferente. No tenía información de ningún tipo. Y hasta que no entré en el superior de jazz en el País Vasco no me metí de lleno. Aquel conservatorio funciona muy bien. No es un conservatorio al uso. Es concertado y los que lo gestionan escogen “a dedo” al profesor, que puede que no tenga la titulación, pero es un fenómeno, un maestro en lo suyo”.

«Cuando cierro los ojos me da igual dónde estoy. Si estoy a gusto me da igual estar en un teatro, una peña, un tablao o una reunión de amigos”

¿Tú te consideras académico?

“Sí, lo disfruto también. Lo académico le da mucha capacidad de expansión a mi parte callejera. Si no hubiera estado en Musikene, por ejemplo, hubiera compuesto unas bulerías al uso. No me hubiera planteado rearmonizarlas, arreglarlas para big band… pero, como digo, también me considero callejero. Son dos conceptos que se retroalimentan”.

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Pero lo de que cantes también… eso es totalmente callejero ¿no?

“He estudiado el cante con mi tía, que es cantaora. Pero ha sido ya con mi primer disco de saxo en la calle. Te cuento. Yo en Cádiz trabajaba con grupos de flamenco, pero como me quedaba con las letras, pues me liaban para los coros, para hacer el fin de fiesta… pero no me cabía en la cabeza cantar solo. Mis compañeros me insistían y yo componía con la guitarra mis canciones…

Pero acabando en Musikene, acabando, me exigían hacer el concierto final de carrera. Y lo hice con mis temas. No me pedían música propia pero yo escogí hacerlo así. Y le metí cante a los temas. ¿Qué sucede? Que las letras que incluí pues… no tenía cantaores a mano. Imagínate allí en el País Vasco no abundaban. Así que lo canté yo. Y desde el primer momento me sentí muy apoyado. Que yo me encontrara a gusto cantando y mis compañeros lo vieran tan claro, pues me motivó, la verdad. Yo me escuchaba y grababa, soy muy duro conmigo, pero la verdad es que salió afinado y a compás. Así que ahí me lo planteé.

Mi tía es María José Coca, y es cantaora en el Conservatorio de Danza de Sevilla. Es una antigua bailaora que se las sabe todas. Y ella me puso los cantes. Estuve un año y pico todas las semanas a muerte con los cantes y con ella. Ahora que no vivimos en la misma ciudad tenemos contacto pero no tanto. No obstante le sigo pidiendo opinión”.

«Los cantes se grabaron en un momento, pero estaban en movimiento. Y siguen así. No se han cerrado al modelo grabado por primera vez»

Así que, intuyo, que tu primer disco, era el examen de Musikene

“Eso es. Imagínate si aquel conservatorio fue importante”.

¿Qué ha cambiado?

“Pues sigo en el mismo filón. Sigo sin ponerme barreras, voy componiendo durante todo el año. Y una vez me sale una canción, otra vez un cante, luego un tema más jazzero. Utilizo mi proyecto para desarrollarme artísticamente. Mi grupo me permite mejorar, sin más pretensiones”.

En ese descaro y frescura… ¿crees que se puede hacer un palo nuevo? Tú que me hablas de compases de siete por cuatro y otras formas irregulares…

“Bueno, no me cierro a nada. Realmente cada uno se cierra a lo que entiende. Uno dice que sabe de flamenco y si le abren la mente, lo mismo se cierra él y teme que no lo va a entender, por eso a veces el flamenco es cerrado. Pero yo soy intuitivo, y si los cantes flamencos están en continuo movimiento… ¿por qué parar o cerrarse ahora? Los cantes se grabaron en un momento, pero estaban en movimiento. Y siguen así. No se han cerrado al modelo grabado por primera vez. Tengo grabados varios cinco, siete… y no veas lo flamenco que va, lo que fluye eso”.

Intuyo también que eres más flamenco que jazzero, porque la tierra tira

“Es que no tengo manías… por formación soy más jazzero. Por vivencias y ser de donde soy quizá el flamenco tira más. Pero no tengo barreras. Y no es ni mucho menos lo único que hago. Ahora estoy estudiando músicas de Oriente Medio en la Casa Persa. Y el otro día quedé con una cantante persa, otro día con un grupo de música africana…”

¿Y ves realmente tantas concomitancias con el flamenco en esas músicas o no?

“Sí. Sobre todo noto que giran en torno a la cadencia frigia. Los cantos y los melismas están muy cercanos. Pero luego el ritmo y el soniquete del flamenco son muy particulares. Aquella música enfoca al trance, a más largo plazo. Nuestro ritmo cada dos compases busca el ole. El flamenco es más intenso rítmicamente. La marca blanca de estas músicas es la música de relax, si se me permite la expresión”.

¿Esos artistas qué formación tienen?

“Ellos están en la cultura del maestro. Esa persona que coge al alumno y, fíjate, le enseña de todo, no sólo de música. Filosofía, vida… todo lo sabe el maestro. Un poco como el patriarca en el mundo gitano. Titulaciones y demás… eso no es muy común en esos músicos, por lo menos por ahora”.

Tu tercer disco se llama “Oriente”

“Porque es un mundo que me inspira muchísimo. Me siento en deuda con esa música y con ese mundo espiritual. El Zen, Budismo, Taoísmo… llevo un montón de años leyendo autores de esa corriente y me hacen mucho bien. Buscan el aquí y ahora, sentirse realizado uno mismo, sin buscar más allá”.

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Pues recomienda un poco a los flamencos, algo de bibliografía, que vendrá bien

“Siddharta de Herman Hesse, Autobiografía de un Yogui, El Sendero del Zen de Osho… con este tipo de ideas yo al final lo que busco es un trance, un encuentro con el momento presente. Cuando cierro los ojos me da igual dónde estoy. Si estoy a gusto me da igual estar en un teatro, una peña, un tablao o una reunión de amigos”.

Te iba a preguntar por tus objetivos futuros… pero no hay nada más absurdo sabiendo lo que me has dicho

“Miramos con ilusión al futuro, pero con el único diablillo con el que me encuentro es conmigo, saber, cantar y tocar más. Nada más…”

“Miramos con ilusión al futuro, pero con el único diablillo con el que me encuentro es conmigo, saber, cantar y tocar más. Nada más…”

Tus referentes cantaores…

“Ser de San Fernando implica que uno sin darse cuenta se sabe la discografía de Camarón. Va en la psique de cada uno. Luego Morente, que me parece completamente antagónico pero muy necesario para la formación de un cantaor. Además, los cantes que Morente hizo grandes son aquellos que curiosamente Camarón trabajó menos. Y viceversa. Así que son dos buenos referentes cantaores, creo yo. Son los dos que más fuertes me han dado. Luego “El Pele” por soleá… es decir, cantaores que en cosas concretas me pellizcan. “Arcángel” me vuelve loco…”

¿Después de “Oriente” va algo?

“Sí, pero me da miedo contarte nada no sea que cambie de opinión. Me gusta ser libre”.

Me gusta esto, pero muchas veces la libertad se confronta con la cruda realidad de los contratos discográficos

“No es para tanto. Trabajamos para ser siempre libres”

Los flamencos están muy encorsetados por lo que les manda la industria

(largo silencio). “Un artista puede crear algo para venderlo en festivales. Pero ahora mismo no pienso en eso. Cuando empezaba y saqué mi primer disco la gente me decía ¿Pero esto para quién va?¿Pero sabes lo que haces? Pues para quien lo quisiera. Y si no había público… pues ya se crearía. Hay una frase que me gusta: con mucho respeto pero muy poquita vergüenza. Los cantes hay que respetarlos, estudiarlos… pero ser libres. Ese es el gran reto”.

@chaluracom

 

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