La Niña Pastori tiene un montón

de amigos y también tiene a Rosalía

 

Vosotros si tuvierais que quedaros sólo con una, con quién os quedaríais: ¿con la Niña Pastori o con la Rosalía? Y no vale decir ahora que con ninguna de las dos, que ya sabemos todos el cachondeo que nos traemos cuando nos ponemos cabales. El gitaneo de la Niña Pastori no es flamenco y el flamenco de Rosalía no es gitano y las hamburguesas del McDonald’s no son MasterChef. Sin embargo, la Niña Pastori sigue siendo a día de hoy la reina del flamenquito de digestión rápida y Rosalía, faraonita de la modernez, viene dispuesta a dinamitarnos la cadena alimentaria entera. Pues vamos ya con el parte de guerra:

Este lunes 9 de julio estuve en el concierto que la Niña Pastori ofreció en el Teatro Real (Madrid) dentro del Universal Music Festival 2018. Casi tres horas duró el show y hubo más artistas invitados que en el Estadio Calderón el día de Alejandro Sanz (el copyright del chiste es de la propia Niña Pastori). Pongo los nombres por orden de aparición en el escenario: India Martínez (725.000 seguidores en Instagram), Pastora Soler (235.000 seguidores en Instagram), Miguel Poveda (86.500 seguidores en Instagram), Antonio Orozco (910.000 seguidores), Malú (877.000), Manuel Carrasco (972.000) y Rosalía (ahora os cuento, amigos). También hubo más gente que se sumó de manera espontánea al clásico fin de fiesta por bulerías, como Sara Baras o como la señora Pastori madre, que se marcó unos bailecitos muy temperamentales con su menisco averiado y todo.

La mitad del tiempo se nos fue en los inevitables grandes éxitos de María, muy celebrados por el gentío que abarrotaba el Teatro Real, y la otra mitad consistió en un carrusel de abrazos y te quieros más o menos verosímiles. Es universalmente sabido que en el flamenco todo el mundo se quiere mucho. Pero entonces hizo su aparición Rosalía y a las gentucillas sedientas de morbo se nos encendió la lucecita en el radar.

 

La canción que acordaron cantar juntas la Niña Pastori y Rosalía fue Cuando te beso, y el resultado tuvo su gracia. A Rosalía apenas se la oyó en ningún momento, o al menos a mi butaca no llegó su voz, y no digo que hubiera aquí mala idea por parte de nadie, pero no dejó de extrañarme que la Niña Pastori desplegase justo entonces tan a saco todas sus facultades. Indiscutibles facultades. Esto en lo que se refiere a cuestiones de garganta, porque en cuanto a coreografías, bueno, creo que tampoco anduvieron del todo compenetradas: la Niña Pastori subía los brazos en plan flamenco y la pequeña Rosalía manoteaba desafiante como si estuviera rapeando. Luego se dieron el abrazo de rigor y la Niña Pastori pronunció unos piropos bastante tibios y Rosalía, que parecía algo aturdida, dijo que era un sueño estar allí. El público despidió a Rosalía con la ovación más floja de toda la noche, la más floja con diferencia. Según parece andan los ambientes gitanos muy moscas con Rosalía últimamente, pero esperemos que sólo sea otra tormentilla pasajera más, al fin y al cabo en el McDonald’s del flamenco hay sitio de sobra para todos.

Por desengrasar un poco, hace unos años salió una película en la que se nos daban algunas claves para pasar de ser una matraca de pueblo a convertirnos en la emperatriz de los guays, que es lo que todos queremos ser. Tensión sexual no resuelta, se titulaba la película, y el caso es que el otro día en el Teatro Real había mucho moscardón suelto con ganas de resolver tensiones sexuales. El líder político Albert Rivera, por ejemplo. Fíjate que he estado a puntito de encabezar mi croniquilla de hoy con el incontrovertible título de: Albert Rivera se quiere empujar a la Rosalía, pero luego he pensado que no me pagan por taladrar a nadie con erudiciones geniales sobre arte con mayúsculas. Como dice el actor Steve Buscemi en otra película: «Que te gusten las hamburguesas del McDonald’s no significa que quieras conocer a la vaca». Al que sí tengo ganas de ver de verdad es a José del Tomate, que también viene al Teatro Real en este Universal Music Festival. Será el lunes 30 de julio a las 19:00 horas. Por si no se os derrite del todo la moral de estar en Madrid ese día mientras el resto del mundo está en la playa o donde sea, la guitarra de José del Tomate puede ser una buena manera de aliviar la condena

 

Germán San Nicasio

Escritor

 

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