Juan Habichuela Nieto y el tamaño de las cosas

El tamaño de las cosas es un asunto espinoso sobre el que no debe frivolizarse. Este pensamiento filosófico me torró la cabeza este viernes (28 de julio, 2017) mientras admiraba yo el arte de Juan Habichuela Nieto en el Teatro Real. Sí, amigos, porque el tamaño de las cosas importa, y mucho. Por ejemplo, lo que estamos pensando todos ahora mismo: el tamaño de un corazón. Un corazón, cuanto más grande, más capacidad para regar el mundo de sentimientos buenos, pero también más rincones oscuros para darle sitio al sufrimiento. ¿Y cómo se sacude los sentimientos buenos y el sufrimiento un guitarrista? Pues sí, con las manos. No en vano circula entre los guitarristas el rumor de que las mujeres —principal fuente de sufrimiento en el mundo conocido— en lo primero que se fijan cuando ven a un hombre es en los ojos y en las manos. Por algo será. Y si de tamaño se trata, Juan Habichuela Nieto tiene la gloria en sus manos.

La cosa estaba anunciada para las 13.00 (hora local), que no parece un horario muy flamenco para el advenimiento de un Habichuela, pero a las 13.18 Juan Habichuela Nieto salió al escenario y pulverizó todos los relojes. Fue cortito, unos cincuenta minutos, tiempo más que de sobra para que todo bicho viviente con ojos y orejas pudiera darse cuenta de lo que tenemos entre manos: un candidato lanzado al asalto del trono. Lo que se dice un aldabonazo en toda regla, señores, una muestra de la potencia de este superdotado de la guitarra y el avance de los temas que compondrán su próximo disco, que saldrá después del verano, con Universal, claro.

Yo es la segunda vez que le veo en directo, la otra fue hace no mucho, en febrero de este mismo año, en el Café Berlín, a 200 metros escasos del Teatro Real, subiendo por una calle muy tortuosa y llena de topless, pero esta vez me encontraba más cerca del escenario y pude ver mejor las cacho de manos que se gasta el colega. O sea: como un cachorrillo de gato siamés con la zarpas de un tigre de Bengala, una cosa desproporcionada a más no poder. Así cualquiera, ¿no? Pues no, unas manos grandes ayudan bastante, sí, pero también hace falta gracia, afición por el instrumento, capacidad de seducción para calentar al personal, sensibilidad, y Juan Habichuela Nieto lo tiene todo. Y además está a la última en el trotar de los tiempos, y si no dense ustedes un paseo por el Twitter oficial del guitarrista y verán que tantas actrices y gentes femeninas de olfato fino no pueden estar equivocadas. En definitiva, que ponernos ahora a medir Habichuelas para comparar grandezas es una competición absurda que al final no nos llevará más que a una realidad inapelable en forma de estribillo obvio: la realidad de que Juan Habichuela Nieto tiene la gloria en sus manos.

Al acabar la función estuve ágil de reflejos para acoplarme a un grupillo variopinto de personajes conocedores de las trastiendas del universo flamenco y me colé con ellos hasta la cocina del Real, los camerinos, que están en la planta –1, y conseguí estrecharle la mano a Juan Habichuela Nieto. O, mejor dicho, Juan Habichuela Nieto tuvo la amabilidad de estrecharme la mano a mí, porque, en todo estrechamiento de manos, hay que saber diferenciar siempre la mano estrechante de la mano estrechada. Del mismo modo que una pobre hormiga no podrá nunca estrechar entre sus brazos a un elefante, y del mismo modo que no hay en el mundo dos corazones igual de grandes, va a estar difícil que Juan Habichuela Nieto llegue a encontrarse alguna vez en su vida con unas manos de tamaño parecido a las suyas. ¿Pau Gasol? Ni de coña. ¿Nacho Vidal? Bueno, es posible, pero tampoco apuesto nada. Y es que yo, en cuestión de manos, parezco una señorita casadera con el título de mecanografía recién sacado, tengo unas manos chiquititas y delicadas de secretaria que a duras penas me dan para abarcar el canuto acristalado de mi boli bic, pero que nadie se precipite a sacar conclusiones equivocadas. Acuérdense, se llama Juan Habichuela Nieto y tiene la gloria en sus manos. Feliz verano, amigos.

Germán San Nicasio

Escritor

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