«la guitarra es un instrumento zen»
No te esperas que haya gente como Rycardo Moreno. En un mundo en el que los conflictos llegan por la búsqueda de trabajo, de repercusión mediática y de, claramente, dinero, cuando uno observa el periplo vital de Rycardo Moreno (Lebrija, Sevilla. 1981) se queda sorprendido.
Le estuvimos viendo tocar en el Café Berlín de Madrid días antes y recibir los elogios de sus “padrinos” de debut: Diego del Morao, Josemi Carmona y Pakete. Nos sentamos a tomar algo con quien toca acordes de jazz, se enchufa casi siempre pero suena netamente flamenco.
Por Pablo San Nicasio Ramos @pablosannicasio
De Lebrija
“Del Mundo. Nací en Lebrija pero soy del Mundo”.
No tenía referencias tuyas como guitarrista solista hasta hace poco, pero lo que se conocía de ti era tu grupo, “De Ojana Na”. Los pelotazos que disteis, el pop, el éxito
“Lo hicimos para darnos cuenta de lo que no queríamos hacer. Era un circuito pop, muy poco espiritual. Más bien destinado a la parte comercial de la música. Me sentía incómodo en todos los platós de televisión. No había espíritu. Sí, te lo pasas bien al principio, hoteles, niñas, comidas buenas, sí… pero no”.
¿Te cansas de eso o cortas antes?
“Corto antes. Sé que eso no es lo que quiero. Ese grupo me vino bien sobre todo para juntarme con músicos de otros estilos. A partir de ahí en las grabaciones me junto con músicos del jazz, de la música latina, de la brasileña… conozco armonías, solos, cosas para mí desconocidas. Y empiezo a conocer un camino que sí me llena. Me acuerdo que estaban Jorge Luis Núñez, percusionista cubano, Jesús Lavilla, pianista muy conocido. “Popo”, bajista, Alex Romero, que ahora está en el Circo del Sol… ellos trabajaban en el pop, pero le gustaba el jazz”.
Es decir, trabajaban ahí por subsistencia
“Un poco sí, imagino”.
Pero tú te fuiste
“Era contraproducente para mí. Desde muy joven me guío por el instinto. Y yo ya sabía que aquel disco del grupo iba a ser número uno de ventas y nunca gané tanto dinero. Pero si me lo vuelven a ofrecer no lo cojo. Mi tiempo vale más. Y el tiempo que estoy con mi hijo vale mucho. Para mi espíritu sobre todo. Yo tengo claro cuál es mi camino. No me arrepiento de ninguna manera de lo que he hecho. Ahora hago lo que quiero”.
Hasta ese momento habías sido guitarrista en Lebrija y Jerez. En tu tierra entiendo que aprendiste en familia. Pero ¿En Jerez?
“En Jerez con Antonio Jero, “El Cagalera”.
«El dinero, por ejemplo. No me importa. Yo tengo dinero, fluye. Pero no paro con él. El dinero me lo gasto para vivir. Nunca trabajaré como mercenario. Para eso me iré al campo, que es más bonito. No quiero ser una puta o un puto de esto»
No Balao
“Había dos posibilidades: José Luis Balao y Antonio Jero y escogí a Jero porque me encantaba su soniquete. En ese sentido viví una historia muy bonita. Mi padre era campesino y no podía pagarme las clases, ni los desplazamientos a Jerez, normal. Entonces tenía un grupo y un párroco de Lebrija nos dio un local. En una misa de Navidad nos escuchó tocar una mujer de Lebrija, de mucho dinero, y me dijo que al día siguiente nos reuniéramos. Así que me dijo que me había oído tocar y que me pagaba la mejor universidad o escuela de música para formarme. Yo dije que nada de nada, que yo quería ir con Antonio Jero. Y accedió. Gracias a ella aprendí muchísimo. Fue mi mecenas. Seguí de nuevo mi instinto y creía en Antonio Jero y que eso era lo que necesitaba. Tenía un presentimiento, un pellizco en el estómago. Era de los buenos, otros pellizcos te pesan y no te dejan moverte. Pero la vida son decisiones constantes que hacen que las cosas salgan de una manera o de otra. El dinero, por ejemplo. No me importa. Yo tengo dinero, fluye. Pero no paro con él. El dinero me lo gasto para vivir. Nunca trabajaré como mercenario. Para eso me iré al campo, que es más bonito. No quiero ser una puta o un puto de esto”.
Increíble. Y ¿Qué te ponía Antonio?
“Pues recuerdo que empezamos a tocar los verdiales “Cañaveral” de Gerardo Núñez. Me ponía las tablaturas. Y luego “La Barrosa” de Paco de Lucía, “Callejón de la Luna” de Vicente Amigo… en fin que me llevaba machacao… en esa época acompañaba a cantaores de Lebrija, profesionales o no. Pero no me volvían a llamar, les sonaría raro. Y recuerdo con mucho cariño que llegué a acompañar a Fernando Terremoto, no veas”.
La verdad es que te pegaba hacer un trabajo sobre Eduardo Galeano
“A mí siempre me llamó la atención de él fue que con tres palabras que entiende todo el mundo, te hacía un psicoanálisis social o espiritual de la sociedad. Yo tuve una novia hace unos años que me hablaba del “Libro de los Abrazos”. Yo tenía veinte años y ese libro todavía me venía grande. Pero años después di con él. Y compré muchos, y los regalaba. Tenía necesidad de ese libro. Era un libro sobre el sistema, cómo lo controlan los que tienen el poder… no se casaba con nadie. Los funcionarios no funcionan, los políticos hablan pero no dicen, los medios de comunicación no informan… no iba a ir a las manifestaciones. Nunca estoy cómodo en ellas. Así que me dije ¿Cómo colaboro a difundir esto? Hice un disco”.
Y ahora acabas de hacer un corto
“Sí, también lo necesitaba. A mi me encanta el cine independiente, Kusturica, ese plan. Esa idea que escapa de las superproducciones. Ya sabes. Yo buscaba la emoción, y como dice Jodorowski, “El arte tiene que sanar”. En esto que a mí me llegan cincuenta fotografías de quien hace las fotos de mi disco. Eran de niños refugiados de la guerra. Venían huyendo de los locos influenciados a su vez por otro montón de locos de nuestra parte. Y ¿Qué culpan tienen esos niños? Un niño que sueña en Alepo, en un bombardeo. ¿Quién me dice a mí que eso no ha sucedido? Su familia muere, tiene que huír… y a esa historia le pongo estas imágenes. Para que el que lo vea pueda empatizar. Busco también aplacar esa islamofobia que no creo justa. Los musulmanes son los más perjudicados por esos locos. Recuerdo que en Mérida me encontré con la noticia del atentado de Barcelona. Estaba en el hotel y uno de los camareros dijo: “los cabrones de los moros” y dije que a ellos también les estaban poniendo bombas, a lo que contestó: “sí pero ellos están acostumbrados”. Y ahí me puse a pensar y manos a la obra a hacer este corto. Es algo que he hecho con mucho amor, en tres días de rodaje y muchos más de montaje. Salen los niños de nuestras familias lebrijanas y ha tenido muy buena aceptación en el festival Internacional de cine de Sevilla”.
Suenas muy jazzero y eléctrico
“Sí, pero soy flamenco. La enchufo porque los medios de los lugares donde tocamos no son los mejores. Así que acabo encontrando una salida en los octavadores, el delay… ya sabes. Pero acompañar a los cantaores es lo que más me gusta. Lo que pasa es que ellos no se atreven. El único que se atrevía era Juan Peña “El Lebrijano” y me dejaba que metiera todas las barbaridades que quisiera. Me lo jaleaba y todo. Pero no ha habido un cantaor de Lebrija que me llame para grabar o girar con él. Curro Malena también quiso en su momento. Los mayores en general, que vienen pasados de todo, tienen menos prejuicios que nosotros. Mi próximo disco va a ser más flamenco aún y quizá cambie la imagen que tienen de mí.
Una vez un artista en la tele enumeró a los flamencos de Lebrija y no me incluyó y me sentí raro, porque yo pienso en código flamenco. Lo que pasa es que yo, como decía mi abuela, sueno “raro”.
Pero es un sonido distinto
“A Jero le gustaba mucho y le sigue gustando mi toque. Mi padre hacía cosas así, un poco raras, y quizá yo las “tuneo”.
«Paco le decía a Isidro Sanlúcar que después de ocho horas tocando por seguiriya siempre aparecen detalles nuevos, o por soleá. Es como buscar un tesoro. La guitarra es un instrumento al que no podemos llegar como si fuéramos esclavos»
¿Guitarrista protesta?
“Me da igual lo que se me considere. Lo importante es lo que pienso yo. Me gusta tocar la guitarra y dentro de mí va toda esa parte de protesta. Por mis sonoridades, mis ritmos. A veces uno no recibe cosas bonitas del mundo y tiene que plasmarlas en su toque. Hay marrones, sangre… no hay siempre azules celestes”.
Háblame de ese disco nuevo
“Es que lo que te cuente… puede cambiar. Nunca se sabe. Trataremos de dar la vuelta a temas clásicos de la guitarra y del flamenco. Tengo más experiencia. Sé como quiero ponerme los micros, tengo otros equipos, sé a qué estudio grabar.. así que cuando esté todo compuesto me iré a grabar. Gerardo Núñez creo que me va a acompañar en este camino. Ojalá podamos revivir aquellos verdiales…”
Cuando estudias ¿eres más jazzero, técnico o flamenco?
“Últimamente el arpegio me trae de cabeza. Mi dedo medio se va un poco a su bola. Dani de Morón y Diego del Morao también están en ese lío conmigo. Estamos cambiando un poco la posición. Y me paso todo el día con esos cambios, como si estuviera empezando, para llegar a unas sensaciones bonitas. La guitarra ya sabes la maravilla que es”.
Y muy esclava
“Pero es un instrumento zen. Se te olvidan los problemas, las hipotecas… Paco le decía a Isidro Sanlúcar que después de ocho horas tocando por seguiriya siempre aparecen detalles nuevos, o por soleá. Es como buscar un tesoro. La guitarra es un instrumento al que no podemos llegar como si fuéramos esclavos. Todo el tiempo que estamos tocando estamos lejos de la política, de la economía… nada, el picado, el arpegio, ahí está la salvación. Nos libera de todo eso”.
@chalauracom