«Dorantes», Casa da Música, Porto. “El Tiempo por Testigo”
Una fina cortina de humo y luces ambientaba la medio poblada Sala «Suggia» de Casa da Música, escena poco común para la solemnidad a la que nos tienen acostumbrados las ya habituales grandes figuras del clásico, Sokolov, Volodos y compañía, quienes pasan regularmente haciendo sonar ese Steinway de manera virtuosa.
El título de su último álbum dio nombre al espectáculo en el que el maestro Dorantes se arropó tímbricamente de contrabajo (Francis Posé) y percusión (Javier Ruibal). Dos músicos a la altura del pianista que en conjunto acabaron por dar una forma muy sólida a este show bien trabajado.
La nota de color la pondría una impecable Leonor Leal presentándose de rojo intenso sobre la tarima. Dibujó con sus curvas las frases musicales y rítmicas de este trio de corte jazzístico al que se sumó rítmicamente con un taconeo brillante a solo cuando ya se había cumplido la mitad del espectáculo.
Dorantes lleva su ópera prima, Orobroy, allá donde va y tras él un coro infantil al que él mismo definió como el futuro de la música, el futuro de todos nosotros. La función culminaría con este ya conocido himno de «El Lebrijano». Trio, coro con directora incluida y baile dieron forma a un cuadro bonito y rico en timbres y colores.
La calidad musical y compositiva es notoria, el intérprete y el compositor convergen en un mismo punto conciliando una buena relación, aunque no llegándose a exponer en su máximo esplendor tanto el uno como el otro. La sonoridad puede resultar monótona en ocasiones, especialmente en las aproximaciones al jazz, el clásico o e incluso el pop. Su fuerte es el flamenco, no cabe duda, y el sentido rítmico del Maestro es envidiable, una perfecta compenetración con el percusionista al que se suma en ocasión buscando timbres percusivos en las cavidades de la cola de su instrumento.
Es de agradecer la valiente e interesante iniciativa la de Flamenco Atlántico llevando nuestra cultura mas allá de las fronteras, pero la música nacida del pueblo debe estar también al servicio del pueblo, una velada cara donde faltaron bises entre un publico poco entregado quizás mas habituado al fado que al flamenco.
Textos y fotos: Roberto García