Hola de nuevo, José
Pablo San Nicasio @pablosannicasio
Además de buena persona, hecho contrastado y no siempre tan fácil de encontrar por muy grande que sea el artista, José Antonio Rodríguez es un fenomenal guitarrista, un superdotado. Intenso trabajador de la causa musical cordobesa, andaluza, española y universal. Uno de esos “cocos” que si fuera por algunos, no grabaría disco propio en la vida, porque estaría siempre colaborando para ellos. Pero sí, saca tiempo de vez en cuando y estos días nos ofrece “Adiós Muchachos”, fenomenal trabajo donde la generosidad (esta vez también para beneficio propio) configura su mejor disco en muchos años. De largo.
Trabajo que desconocemos cuánto tiempo le habrá llevado pero que, a tenor de la complejidad de las composiciones, su duración y el despliegue que efectúa en todo momento el cordobés, no debe de haber sido poco.
“Athena” es una rondeña “con ritmo”. No explícito, evidentemente, pero con una frecuencia de fraseo, una melodía y un lirismo que la sitúan por encima de las rondeñas “medias”. Técnicamente impoluta (necesitábamos reencontrarnos con el solista virtuoso y dejar un poco de lado al creador pendiente de otros artistas) rematada con un trémolo y esa copla final que hacen que, siendo ortodoxa, acabe por resultar una propuesta que renueva la estructura establecida en un toque que no todos resuelven de esta manera tan brutalmente solvente.
“Guadalcazar” tiene en sus créditos la denominación de “Poema de la Soleá”. Ciertamente no es una soleá como tal. La estructura de algunos de sus pasajes le dan un aire de fantasía que no le hace, sin embargo, perder un ápice de flamencura. Hay “falsetones” y despliegue de recursos. Pero donde nos podemos rebozar en lo más sabroso del toque de José Antonio es en los pequeños detalles y variedades en los remates o en el mismo compás. Aportaciones de aficionado de verdad que en esta pieza se acuerda de su padre.
“El Regalo” es otra fantasía con pasajes por taranta-bulería que cuenta con el eco y la guitarra del maestro ”Serranito”. Ambas e inconfundibles características en la forma de tocar del madrileño, santo y seña de una generación que siempre fue admirada por José Antonio. Otra cumbre de un disco donde, si es la guitarra la protagonista, no cabe duda que estaremos ante una pieza de valor más que notable.
Como la Granaína-Nana que continúa. Una de esas piezas que TIENE que estar ya en partitura para los nuevos guitarristas. Compendio de melodía, trémolo sublime, lirismo e importancia como pieza, como creación con estructura definida. La “Nana para un Niño Grande” es una obra para guitarristas.
Que “Adiós Muchachos” no iba a ser un disco cualquiera en la carrera de José Antonio Rodríguez lo hemos ido adivinando al escuchar piezas como las alegrías “El Molinillo”. Se nota en la pulsación del artista. La fuerza, las ganas de decir cosas, flamencura a raudales con, al igual que en el poema por soleá, novedosas soluciones en los pequeños detalles. Cumbre absoluta por alegrías de un artista en plenitud y al que a estas alturas del disco queremos pedirle que pase unos añitos de los escarceos poperos-híbridos-multiculturales y se “quede un ratito con nosotros”. Ya sabes, José Antonio, los flamencos. Esto parecen decir también los tacones de Manuel Soler, el gran bailaor que por arte de magia aparece en las alegrías para no dejar ningún pie fuera del tiesto.
Pero le costaría, porque José Antonio es así. Se nota en “Casa Valentín” o en “Soneto a un desencanto”. O en las bulerías “As Favelas Do Meu Lebrija”. Piezas de un guitarrista total que conoce otros códigos (pop, bossa, jazz, boleros…) y para qué vamos a olvidarnos de ellos…
Sin embargo en la colombiana vuelve a la idea de las alegrías. Flamencura, renovación de un toque poco trabajado por el gremio y nueva pieza de concierto. El mayor valor de este disco es que, de una tacada, se aporta un puñado de sobresalientes piezas de concierto al repertorio de guitarra flamenca solista. No “apaños”. Piezas para cualquier repertorio, programación de conservatorio, obras susceptibles de ser orquestadas, versionadas… composiciones en toda regla.
“La Fiesta de los Locos” es la prueba de la formación global de este guitarrista. Pieza que recoge elementos de todas las vanguardias guitarrísticas actuales, de todos los estilos y mira además al pasado. Pieza de conservatorio. Otra más. ¿Tienes editor José Antonio?
Y “Adiós Muchachos”, olvídense del tango de Gardel homónimo. Esto es una pincelada que, para cualquier guitarrista medio, su creación supondría la misma vida. A José Antonio sólo le bastó con dejarse llevar por el corazón. Queda como guinda perfecta.
Mención aparte merece José Valencia, que está tremendo (¿Cuándo no?) en su pincelada de cante por Lebrija. Siendo el conjunto de músicos que rodean a José Antonio una familia de notable entidad, creemos que esta vez su guitarra sobresale verdaderamente. De todos ellos el oyente tiene buena referencia en la pista final del álbum.
Disco que pone de nuevo en actualidad a un guitarrista que se desdobla en sus múltiples roles de músico pero al que los aficionamos al toque flamenco demandamos un puesto de mayor protagonismo y constancia en la élite. ¿Y qué es la élite? Ese puñado de tocaores que son capaces de llenar un concierto de hora y media con interés de principio a fin. José Antonio Rodríguez es de esos.
@chalauracom