A toda pastilla por el condado de Los Ángeles

Hola, amigos, hola, amigas, cómo va ese otoño, ¿desapacible?, pues esto no ha hecho más que empezar. Yo aquí sigo, distrayendo el insomnio con todo tipo de actividades infames. Justo ahora estaba planchando una montaña de camisas con el disco de Rosalía de fondo y ya no he aguantado más y he tenido que dejar la plancha y sentarme al ordenador. El asunto es que todavía no he podido ver a Rosalía en directo y mi idea era esperar hasta entonces para dedicarle un retrato más completo, no quería quemar este cartucho tan goloso en una reseña acelerada, lo que pasa es que la montaña de camisas me ha hablado y al final he optado por la reseña.

Resulta que esta chica es tan jovencita como parece (Rosalía Vila, Sant Esteve Sesrovires, Barcelona, 1993), pero lleva ya varios años currándose el estrellato y, de hecho, a día de hoy puede considerarse toda una estrella. Cada vez que pienso que yo hasta hace dos meses ni siquiera había oído hablar de ella, me asusto de la inopia en la que vivo. Recuerdo perfectamente el momento exacto en que me enteré de su existencia. Estaba yo por internet, de youtuber en youtuber, cuando, por estos azares que a veces se dan para bien, fui a chocar contra un video en el que Juan Luis Cano, conocido de ustedes, la entrevista para M80 Radio. Flechazo total. Me pareció una mezcla fifty–fifty de Rihanna y la estrella del porno Keisha Grey. Luego he visto que hay por ahí gente que ya vio antes que yo el parecido con Rihanna. Lo de mi admiradísima Keisha supongo que no lo ha mencionado nadie hasta ahora porque igual las semejanzas son más de tipo extrasensorial, por así decir, y no puramente de envoltorio, pero vamos a dejarlo aquí, no me gustaría parecer muy depravado y ya lo estoy pareciendo.

¿Y ésta de dónde ha salido? No me lo podía creer. Me puse a investigar y me tragué todas las entrevistas que encontré y la empecé a seguir en Twitter (tengo una cuenta fake), y en Instagram no porque no tengo, y me informé de sus colaboraciones con Miguel Poveda y Rocío Márquez y el rapero C. Tangana y, por fin, me hice con el trabajo discográfico que hoy nos ocupa: Los Ángeles (Universal Music Spain, 2016). Lo que viene a continuación es la reseña propiamente dicha:

Los Ángeles es el debut de Rosalía en la industria, y se nos presenta con una coartada conceptual que le sirve de percha: la muerte. Los 12 temas del disco tratan el tema de la muerte. Toma ya debut, aunque no va a suponer precisamente la muerte del flamenco tal y como lo conocemos, al revés, va a conseguir darle un buen soplo de vida, al menos en lo que a cante se refiere. El tema que más vida me da a mí —y coincido con Juan Luis Cano— es Catalina, y luego destacaría De plata y Por mi puerta no lo pasen. También tiene su cachito de gracia el bonus track, I See A Darkness, que resulta inquietantemente hipnótico.

Una frase de Kevin Spacey (de la quinta temporada de House of Cards):

—Dicen que la parte más vulnerable del cuerpo humano es la garganta, y dicen también que nunca sabes lo que sientes realmente por alguien hasta que te tiene bien agarrado por ahí, por la garganta.

Pues la voz de Rosalía te agarra por ahí, por la garganta.

Se me ocurren unos cuantos juegos de palabras al respecto, y metáforas y fantasías, pero hoy quiero ser comedido y sólo diré lo siguiente: en la voz de esta cantaora todos los palos tienen algo de nana, y si ustedes conocieran en detalle las peculiaridades tan atroces de mi insomnio crónico, podrían calibrar en su justa medida hasta qué punto es un elogio lo que acabo de decir. En resumen, éste es el gran atractivo de Los Ángeles: Rosalía, y ya digo que estoy deseando verla en directo para poder reafirmar mi buena opinión.

Y luego está el responsable de la producción y los arreglos del disco, un sujeto llamado Raül Refree y que además hace las veces de guitarrista, aunque a esto hay que ponerle unas comillas muy gordas. Y es que llamar guitarrista a esta especie de organismo disonante, permítanme la crudeza, me parece faltar mucho al respeto a un instrumento que ya va teniendo un rato importante de Historia. Y mira que ando yo con el ánimo refrenado después de leer el texto tan aleccionador que ha publicado estos días en su sitio web el guitarrista (guitarrista de verdad) Carlos Ledermann, texto en el que, a partir de la figura de Manolo Sanlúcar, nos brinda unas reflexiones muy sabias sobre el ejercicio de la crítica musical y sobre la frecuente falta de conocimientos musicales por parte de los críticos. Bien, pues yo lo siento pero, con independencia de mi analfabetismo musical, no me puedo callar el malestar que me genera por la zona de las tripas el toque —llamémoslo así— de Raül Refree. No hay toque, sólo hay autoindulgencia. Entre la vergüenza ajena y ese coraje de ir a pagar el café y descubrir que te han soplado la cartera. Suponiendo que no haya mala intención en la fechoría, que ya es suponer, uno llega a preguntarse si es que el socio no tiene alguien de confianza que le diga, mira, Raül, tronco, está muy bien que toques la guitarra todo lo que tú quieras, pero, por favor, que no te vea nadie.

Dicho esto, y como todo el mundo tiene derecho a intentar tapar todas las bocas que pueda, si algún día se obra el milagro y el hombre aprende a tocar de verdad la guitarra y para entonces todavía no me han echado a mí de esta bendita web —muchos milagros vamos necesitando ya—, pues eso, que me encantará ser el primero en contarlo.

Qué serio me he puesto para rematar el folio, ¿no?, y lo peor es que ni un amago de bostezo y las horas que son. Y, bueno, espero que sacar las uñas con los guitarristas malos no implique también algún tipo de Karma raro, porque entonces ya me puedo ir olvidando de enganchar el sueño hasta el próximo solsticio de verano. En fin, por muy acelerada que me haya salido la reseña, creo que os hacéis una idea de mis fervores por Rosalía. Para los grandes sommeliers del arte, que diría nuestro querido Carlos Ledermann, siempre es motivo de alegría el nacimiento de una artista que nos estimule nuevas zonas de las papilas gustativas y que mantenga vivo nuestro interés por ver cómo evoluciona su trabajo. Y ahora me voy a terminar con las camisas. Un día os tengo que contar más despacio el arte que me gasto yo con la plancha. Hale, hasta la semana que viene.

Germán San Nicasio

Escritor

Fotografías: María Aragón @Lagafa

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