Tomás Pavón. Colección Carlos Martín Ballester
Tercera entrega de lo que es, sin duda, lo más relevante que en materia bibliográfica y discográfica le está sucediendo al flamenco últimamente.
Nos referimos a la verdadera génesis del cante, de la ortodoxia, del estudio erudito del mismo y de la restauración de un género hoy por hoy en su enésima encrucijada. Todo en forma de publicaciones más que contundentes bajo la firma de Carlos Martín Ballester.
Porque damos por seguro que a la mayoría de los aficionados y profesionales les suena Tomás Pavón, y mucho. Hablarán, comentarán, escribirán y alguno dirá que hasta le trató. Pero otra cosa es que lo conozcan a fondo, tanto como a su hermana, que lo consideren sinceramente músico de cabecera o indispensable en sus creaciones flamencas. Digan lo que digan. Eso, cuatro. Y de los considerados raritos.
Ahora ya no hay excusas para escuchar con atención, conocimiento y total admiración la que fue obra de un eslabón nada perdido del cante flamenco.
Con prólogo de José María Velázquez-Gaztelu, el grueso del trabajo (un libro de más de trescientas páginas y un CD verdaderamente único) corre a cargo del mencionado Carlos Martín Ballester, poseedor de los audios primos y gerente cuidadoso de que esta edificación catedralicia asiente su tercer pilar en la figura del “gran hermano”, que diría su amigo Gamboa en el capítulo correspondiente.
Archivo del que se valora sobremanera el disco, no podía ser de otra forma al ser todo él el mayor archivo de Tomás a disposición del oyente, pero cuyo libro no merece tampoco un elogio menor. Del primero, hay que recordar que no fue Tomás amigo de lo social, ni de grabar, ni del estrellato. Así que las sesiones de estudio que aquí se proponen totalmente audibles resultan en cantidad algo ridículo, por ejemplo, en comparación con el legado de su hermana, pero muy trascendente en relación al género en su totalidad y calidad. Este señor era de los de quince muletazos y toda la plaza de acuerdo.
Ramón Soler en las consideraciones al cante, Norberto Torres como comentarista de lo que la sonanta hizo con el jipío de Tomás, además de los mencionados trabajos historiográficos y ensayísticos del propio Ballester y Gamboa, rematan un “tocho” que da la misma pena que ansia subrayarlo, comentarlo al pie y llevárselo en el petate a todas partes. Como Dominguín le dijo a la diosa, esto hay que contarlo cuanto antes.
Es Ballester un enamorado del coleccionismo, musical y más allá, como no lo hay en nuestro país. De modo que lo que tenga que mostrar al mundo desde sus estanterías no tendrá discusión. Y francamente, al igual que sucedió con las entregas de Chacón y Manuel Torres, en el caso de Tomás Pavón el resultado se nos antoja, al menos en los tiempos actuales, insuperable.
Sin duda, obra definitiva. Como también lo será la cuarta entrega, que en breve tendrá a su hermanísima Pastora como protagonista.
Pablo San Nicasio