Los cachondos de Sanfercai son diferentes
Hasta el año 2011, San Fernando de Henares era un municipio de cuarenta mil habitantes que pertenecía a la Comunidad de Madrid, estaba a 15 kilómetros al este de la Puerta del Sol y, si buscabas en Wikipedia, aparecían citados los siguientes cuatro ciudadanos ilustres: Pedro Rodríguez, jugador profesional de baloncesto, Rafael Sánchez, jugador profesional de petanca, Santy Pérez, cantante, y Roberto Saiz, actor y cantante. A partir de 2011, y sin que fuese necesario cambiar físicamente de ubicación, San Fernando de Henares pasó a pertenecer a la Comunidad de Andalucía, en concreto a la provincia de Cádiz, y en la lista de ciudadanos ilustres hubo que incluir los nombres de don Javier Barbero y don Rubén Cañizares, fundadores y administradores de un festival de chirigotas y comparsas del Carnaval de Cádiz que tuvieron la gracia de bautizar con el eufónico nombre de Sanfercai. Nombre que no ha dejado de crecer y crecer en todo este tiempo, y este año, 2015, en vista de los triunfos precedentes, los señores administradores se han visto obligados a programar el doble de funciones.
El Gran Teatro Falla de San Fernando de Henares se llama Teatro Federico García Lorca, y el pasado 23 de mayo, sábado, se llenó entero las dos funciones, incluso hubo por ahí algún individuo que al parecer hizo negocio en internet con la reventa de localidades. El maestro de ceremonias fue el propio Javier Barbero, al que no hay más que ver con un micrófono en la mano para comprender que lleva un chirigotero dentro, y con un arte y un salero entre Don King y Rosa María Sardá, dio las gracias a la Concejalía de Cultura de San Fernando de Henares y demás patrocinadores y nos presentó a las dos agrupaciones que actuaron en esta edición: La comparsa “Los Millonarios”, de Juan Carlos Aragón, y La chirigota “Los Clásicos del Teatro”, de Antonio Pedro Serrano, «más conocido carnavaleramente hablando —según podía leerse en el programa de mano— como El Canijo de Carmona».
La primera función, que es la que yo tuve la suerte de disfrutar, consistió en dos horas y media de Carnaval, alegría, color, unas voces privilegiadas y un público absolutamente entregado. La comparsa “Los Millonarios” ceba el toque reivindicativo de sus letras con la consabida desvergüenza de nuestros líderes políticos y nos anima a enseñar los dientes y sacar nuestro espíritu rebelde ante el abismo entre pobres y ricos, cada vez más profundo. ¿Espíritu rebelde? Pues bueno, sí, pero a medias: al día siguiente de Sanfercai tuvieron lugar las elecciones municipales y autonómicas, y los resultados, incluso en el ayuntamiento de Cádiz, se comentan por sí solos: Teófila, aunque no te lo creas ni tú, todavía te queremos un poquito. Por su parte, La chirigota del Canijo se cachondea en esta ocasión del teatro del fútbol, en especial de sus actores: la célebre tristeza de Cristiano Ronaldo, que mira los ceros de su nómina a fin de mes y no se siente suficientemente valorado, o las vomitonas de Lionel Messi, que lo devuelve todo menos el dinero de Hacienda… En fin, los grandes asuntos del folkore español de toda la vida, pero quería hacerme yo eco de una historia bastante curiosa que mi vecino de la butaca de la izquierda, fan acérrimo del Carnaval de Cádiz en general y de Juan Carlos Aragón en particular, tuvo la generosidad de compartir conmigo entre pasodoble y pasodoble. Es una historia que tiene a la agrupación de Juan Carlos Aragón como protagonista:
Resulta que en 2013 estos hombres participaron en el Carnaval de Cádiz con una comparsa llamada “La Serenissima”, y por lo visto les cayó encima un tormentón tremendo de críticas negativas por cantar en italiano, de modo que al año siguiente, 2014, compusieron otra comparsa, “Los Ladrones”, pero en señal de queja decidieron no participar en el Concurso Oficial de Agrupaciones del Gran Teatro Falla. Después se conoce que se les pasó el mosqueo y en 2015 ya han vuelto a concursar oficialmente y han sido distinguidos con el Primer Premio, pero a partir de esta historia de sensibilidades quejosas se me ocurre a mí una idea que a lo mejor hasta daría para componer otra comparsa:
Podemos decir que el Carnaval de Cádiz funciona como un gran cerebro, no sólo gris, sino también arcoíris, con carta blanca para influir en la conciencia social española. Las agrupaciones carnavaleras, de manera irónica pero real, hacen una crítica muy profunda de lo que ellas consideran oportuno criticar, y sus críticas suelen ser encajadas con increíble deportividad, hasta el punto de que hay cosas que si las dices en el escenario del Gran Teatro Falla no pasa nada pero si lo haces en Twitter a lo mejor te empapelan. No obstante, el hecho de que una agrupación carnavalera nazca con la idea de criticar, no quita para que ella también pueda ser objeto de críticas, en cuyo caso la agrupación en cuestión tiene al menos dos opciones. Uno: ahora me enfado y no respiro, como los hombres capitaneados por don Juan Carlos Aragón; o dos: puedo volver al año siguiente con una comparsa titulada “La Serenissima 2. La Venganza” y salir al escenario del Gran Teatro Falla a cantar otra vez en italiano, o en chino mandarín. Quinto mandamiento del decálogo Francisco Umbral del perfecto columnista estrella que también se puede aplicar a comparsistas y chirigoteros: insiste en lo que te critiquen, que ahí está tu fuerza.
Una de las letras de La comparsa “Los Millonarios” viene a criticar de manera expresa a los cantantes Alejandro Sanz, Pablo Alborán y David Bisbal por sus canciones insustanciales, repetitivas y sin atisbo de compromiso social ni intelectual ni de ningún otro tipo. Es una crítica con la que verdaderamente es difícil no estar de acuerdo, pero habrá que ver ahora si Alejandro Sanz, Pablo Alborán o David Bisbal se quedan en su casa renegando del Gran Teatro Falla en señal de queja o si, por el contrario, demuestran más deportividad que los hombres de don Juan Carlos Aragón. Aunque, dicho esto, el sábado en el Teatro Federico García Lorca, a modo de bis de regalo, volvieron a interpretar “La Serenissima”; a lo mejor es un indicio de algo, lástima que no tenga yo manera de localizar a mi vecino de butaca para poder preguntarle.
En fin, era una reflexión inofensiva que no por escribirla aquí resulta menos obvia, es sólo que yo también llevo dentro un diablillo carnavalero y criticón y a veces no me sale morderme la lengua. Me pasa un poco como a San Fernando de Henares: yo cuando sea mayor quiero ser de Cádiz. Por lo demás, vayan reservando ustedes sus asientos para el Sanfercai del año que viene, porque no tengan ninguna duda: los cachondos estos volverán a triunfar.
Germán San Nicasio
Escritor