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Es posible que su muerte no haya sido tan mediática como la de algunos de sus colegas de generación, aquella que dio la vuelta y puso del revés el llamado Neoclasicismo o Neojondismo del flamenco. Pero a nadie le cabe duda de la importancia no sólo flamenca, también estética y humana de este gitano rubio que, perfectamente, podía haberse quedado viviendo plácidamente de su herencia jonda sin intentar dar un paso más.
Juan Peña “Lebrijano” (1941-2016) llegó al mundo del arte con los galones que da la mejor estirpe, pero se va de entre nosotros habiendo mejorado con mucho el panorama que se encontró. Artista pionero en el sinfonismo flamenco, quizá su visión de esta música a priori tan antiacadémica fue lo que le valió además ser la primera voz del cante en ser “admitida” en el Teatro Real.
Perfectamente consciente de lo que significa ser flamenco y gran conocedor del toque y el baile, asumió su responsabilidad y tanto sus discos de mestizaje como los de carácter social llenaron un hueco en la discografía de la época. Siempre con la calidad de su cante personalísimo como bandera.
Descanse en paz un artista único, que consiguió poner a todos de acuerdo y que obtuvo en vida los reconocimientos propios de una figura imprescindible.
@CHALAURACOM
queridos «chalaos»..las calores son más densas ytristes trs la muerte de dos GRANDES del flamenco…Que voces, pueden sustituir las vibrantes notas de sus gargantas, el misterio de sus ayeos,la templaza de sus melismas venidos des de tan lejos…???
Que nos hemos quedado como desnudos, y que habrá poquita ropa que nos abrigue. Yo estoy muy triste.
Abrazos de aurora