«El guitarrero no es el culpable de la deforestación del Amazonas pero sufre sus consecuencias”
Entrevistamos a Graciliano Pérez Carrizosa, uno de los constructores que más “nombre” y prestigio han adquirido en el mundo guitarrístico actual. Desde su taller cordobés y junto a su hermano José Antonio, han universalizado guitarras que, más allá de su envidiable belleza, destacan por un sonido flamenquísimo y unas prestaciones que ya conocen de sobra los más grandes de nuestro toque.
Por Pablo San Nicasio Ramos @pablosannicasio
Estáis cogiendo un prestigio muy grande y, sobre todo, me gustaría fundamentarlo en vuestra formación constructora. ¿Se remonta a cuando Graciliano estudiaba en París o me equivoco?
“Mi interés por la guitarra comenzó en 1966, cuando por primera vez entré en el taller de Miguel Rodríguez, situado en la calle Alfaros, muy cerca de donde yo vivía. Para mí aquel momento fue como una revelación, quedé impresionado por todo lo que vi y olí”.
¿Es cierto que Graciliano tradujo o estudió a guitarreros franceses?
“Bueno, a ver, por partes. Durante toda mi juventud toqué la guitarra y la bandurria. Por un lado algo de música clásica y también guitarra flamenca con el maestro Manuel Cano, que ocupaba la cátedra de guitarra flamenca en el Conservatorio. Cuando comencé a interesarme por la construcción de manera regular, como te dije antes, fue una vez concluidos mis estudios de especialización en medicina. Los realicé en París. De vuelta a Córdoba, hace treinta y un años, comencé primero a recopilar libros sobre construcción, todos en inglés. Con una paciencia monacal los fui traduciendo al castellano. Date cuenta de que en nuestro idioma no había apenas literatura sobre el tema. Si acaso el libro de Villar y el de Jerónimo Peña.
“Es muy importante saber tocar. Aunque no se sea profesional. Te ayuda a construir. Un oído educado favorece la afinación de las tablas a la hora de dar grosores, para saber qué es un armónico, una octava, graves, medios, agudos…»
Pues a partir de entonces, mis visitas a la casa de Rodríguez fueron más frecuentes. Siempre habíamos tenido una buena amistad y así continuó siendo hasta el fallecimiento de sus miembros. Hablábamos de construcción con fluidez. Yo ya tenía buen conocimiento teórico y podíamos conversar con un nivel alto sobre materiales, modos de construir, acabados… Hay que decir a todo esto que el hermetismo de las familias guitarreras, al menos en Córdoba, era algo que se seguía manteniendo. Se procuraba no dar mucha información, pero quizá por la amistad y porque yo era realmente médico, conmigo las conversaciones eran más abiertas de lo normal.
Ahora, con perspectiva, no me cabe duda de que la lectura de todos aquellos libros, su traducción y la información que recibí de la familia Rodríguez me animaron a dar el paso y construir mi primera guitarra. De eso hace ahora treinta años”.
Graciliano tocó y toca la guitarra, ¿José Antonio también? ¿Cuándo se incorporó él?
“Es muy importante saber tocar. Aunque no se sea profesional. Te ayuda a construir. Un oído educado favorece la afinación de las tablas a la hora de dar grosores, para saber qué es un armónico, una octava, graves, medios, agudos…
Mi hermano José Antonio se unió a mi aventura cuando yo llevaba unos años. Él aprendió de manera muy solvente y eficaz; además toca algo de flamenco. Recibió clases del maestro Juan “El Tomate”.
En el último Festival de Córdoba se hizo una especie de homenaje a los constructores cordobeses ¿Existe realmente una escuela cordobesa de luthería que haga que sean diferentes las guitarras o se note algún matiz diferenciador?
“Creo que sí se puede hablar de una escuela cordobesa. Existe un modo de construir que se diferencia de otros y que podemos concluir que arrancó con el siglo XX gracias a Miguel Rodríguez Beneyto. Aunque todos los guitarreros de nuestro país se inspiraron en el gran Antonio de Torres, Beneyto dio a sus guitarras un sonido muy particular. Pero también a la forma, la ornamentación, la pulsación. Creó una guitarra con sello propio que se perpetuó y que tratamos de continuar los actuales en esta ciudad.
El pasado mes de junio, en la Noche Blanca del Flamenco, el Ayuntamiento de Córdoba quiso homenajear a los guitarreros de la ciudad. A los continuadores de esa tradición de la que hablaba. Así que en efecto, en la Mezquita se reivindicó la guitarra de Córdoba, más viva que nunca”.
«Se realizan guitarras de formas variadas, de esta o aquella manera… aunque donde verdaderamente está el meollo del asunto es en el interior y en los materiales. Y ahí el avance es muy lento»
¿Cuál es la evolución en vuestras guitarras?¿Habéis cambiado mucho materiales, plantillas, forma de construir… de unos años para acá? Me gustaría que te extendieras en tu opinión sobre la tendencia a construir una nueva boca en el aro, la inclusión de la fibra de carbono como material recurrente…
“La evolución en este trabajo es continua. Siempre existe una forma mejor y más eficiente de realizar tu tarea. Y te diré más, te llevas una alegría muy grande cuando descubres que eso que estabas haciendo por intuición tiene una explicación práctica e incluso científica. A veces eso no quiere decir que se evidencie en sonido, por ejemplo. Pero sí hace que el instrumento gane en solidez, efectividad y vibración, pongamos por caso.
Hoy en día parece como si toda la evolución de la guitarra fuese dirigida al efecto visual que provoca en uno. Se realizan guitarras de formas variadas, de esta o aquella manera… aunque donde verdaderamente está el meollo del asunto es en el interior y en los materiales. Y ahí el avance es muy lento.
Con respecto a nuestras guitarras hay que decir que han evolucionado, tanto en lo estético como en lo acústico, y para mejor”.
¿Seguís haciendo guitarras cutaway, laúdes, bandurrias o instrumentos como el tres cubano?
“Hemos ampliado nuestra oferta y tenemos también guitarras “cutaway” dada la demanda.
He construido bandurrias, réplicas de guitarras americanas y tres cubano. Me gusta que de vez en cuando nos metamos en algún lío. Siempre se aprende algo útil. Recuerdo cuando construimos en ciprés nuestro tres cubano. Su resultado fue óptimo desde el primer día que sonó, aquí y en Cuba”.
¿Existen diferencias entre las guitarras de Graciliano y las de José Antonio?
“No hay diferencias porque realmente los dos participamos por igual en la construcción del instrumento. Tenemos muy asimiladas las tareas y las realizamos siempre por sistema de la misma manera. Así que no hay guitarras que suenen a José y otras a Graciliano. Hemos bebido de la misma fuente. Y luego, está claro, que no hay dos guitarras iguales, eso lo sabemos todos”.
¿Vuestros hijos ya construyen de forma comercial? ¿Os gustaría que se dedicaran a esto?
“Mis hijos están aprendiendo el oficio y, aunque cada uno de ellos ha terminado sus estudios universitarios, quieren conocer la construcción. Debo decir que los tres tienen cualidades y que incluso cada uno de ellos ha aportado sus conocimientos profesionales al taller. Por ejemplo Graciliano hijo, que es ingeniero de caminos ha trasladado sus conocimientos sobre materiales y refuerzos a este mundo de la guitarra. Y no deja de ser sorprendente que al final una guitarra, que lo primero de todo tiene que sonar, no deja de ser una estructura con sus refuerzos colocados estratégicamente”.
Me gustaría que me comentarais vuestro vínculo con los grandes nombres de la guitarra cordobesa, sobre todo Vicente Amigo
“Sin duda Vicente Amigo ha sido una ayuda inconmensurable. Hemos tejido una buena amistad y, por qué no decirlo, hemos tratado de realizar el instrumento que Vicente lleva en su interior. No olvidemos que es un gran aficionado a este trabajo y conoce en profundidad el funcionamiento de la guitarra, tanto como guitarrista como por su afición a la construcción.
Para nosotros, que grabase su disco “Tierra” con nuestras guitarras fue un punto de inflexión en nuestras carreras. Ahora y siempre estaremos agradecidos”.
No sé si ser médico estomatólogo (Graciliano) aporta algo a la manera de construir o entender este oficio…
“Ser odontólogo y luthier no deja de ser una paradoja de la vida. Yo decía al principio que era guitarrero gracias a que era odontólogo. Hoy con la crisis es al revés. Soy odontólogo gracias a que soy constructor.
Sí, claro que me ha aportado cosas. Ser dentista te obliga a trabajar bajo tensión con un paciente que siente y escucha. Debes estar muy concentrado, y eso lo traslado a mi trabajo en el taller”.
Me gustaría que me contarais alguna gran satisfacción que os habéis llevado últimamente
“Pues mira, Pablo, nuestra última satisfacción ha sido estrenar el nuevo taller”.
¿Qué cualidades buscáis en la guitarra?
“El sonido. Cuenta la familia Rodríguez que un comprador no hacía más que ponerle pegas a una guitarra, y mientras lo hacía, el abuelo Beneyto como si fuera Galileo decía… “sí, sí, pero suena”.
Buscamos sonido, comodidad y belleza. Del sonido se busca que impacte desde el primer momento. De la comodidad buscamos que el tocaor no note diferencias con su otra guitarra, que esta que prueba sea como la suya habitual. De la belleza queremos que sea necesaria una lupa para encontrar algún detalle de incorrección”.
¿Saben escoger los guitarristas un instrumento?
“Los buenos guitarristas tardan en saber si una guitarra es buena o mala. Si es la suya o si no lo es”.
En ese sentido ¿notáis mucha diferencia de criterio y conocimiento entre un clásico y un flamenco?
“Son mundos muy diferentes. Jamás se llegará a una unión. Son dos formas dispares de vivir el arte. Por eso cuando construyes para un clásico has de olvidar todo lo que sabes de flamenco”.
Mucho se ha escrito y debatido sobre la amplificación en la guitarra flamenca ¿Estáis de acuerdo con los resultados actuales o veis que la cosa no evoluciona ni consigue lo que se anhela?
Durante tres años hemos luchado con el tema de la electrificación de la guitarra flamenca, y aún seguimos. Junto a un técnico alemán: Carlos Juan. Es un sistema que no favorece a todos. Hay guitarristas que lo utilizan mientras que otros, por su técnica, no podrán nunca utilizar sistemas de membranas ni piezos”.
Y con respecto a los materiales, estamos constantemente viendo como la legislación cambia con respecto al tráfico y mercado de maderas… prohibiciones, surgen unas nuevas modas… ¿Eso descoloca mucho al constructor a la hora de crear un instrumento por el reciclaje y el estudio de las nuevas maderas y lo que eso supone?
“El tema de las especies protegidas es y será siempre un problema para el guitarrero. Hay que cumplir la legislación, y lo hacemos. Pero no es fácil hacer guitarras a los precios que están las maderas. Su escasez repercute en los costes que al final paga el comprador. El guitarrero no es el culpable de la deforestación del Amazonas pero sufre sus consecuencias”.
Estrenáis sede ¿Qué nos podéis decir al respecto?
“Estrenamos nuevo taller. Todo un anhelo de muchos años. Dejamos atrás el encanto de la sede que teníamos en la calle Mucho Trigo, pero nos vamos a una sede donde el trabajo será más cómodo y rápido. Estamos en la calle Estonia 1 del Polígono Tecno Córdoba. A diez minutos del centro. Hemos superado el problema de circulación y aparcamiento que teníamos en el antiguo. Estábamos en el centro, en el mismo casco antiguo, y venir a vernos a veces era un verdadero problema”.
@chalauracom