«Antes el corazón que la cabeza»
Veinte años no es nada. Aunque hay que celebrarlo, porque tener a David Peña Dorantes (Lebrija, Sevilla. 1969) entre los flamencos ese tiempo ya es un tesoro de incalculable valor. Del que somos conscientes y nos hemos beneficiado todos. Dorantes ha sido y es para el flamenco un referente de categoría. Creador de un estilo, un concepto, una idea y hasta una escuela de hacer piano flamenco. “El Tiempo por Testigo” es el disco que celebra las primeras dos décadas de un artistazo que confiesa estar en muy buen momento.
Por Pablo San Nicasio @pablosannicasio
Fotografías de la entrevista: Julián Redondo
“El tiempo por testigo” porque son veinte años desde…
“En el 98 salió el disco “Orobroy” en CD. Dos años antes estaba hecho pero digamos que hace veinte años estaba en puertas de comenzar todo”.
Habiendo sido guitarrista tú…
“Empecé muy joven a tocar la guitarra, a los ocho o nueve años. Pero el piano igual, no te creas. Yo trasteaba con el piano incluso antes que la guitarra, lo hacía jugando. Ya sacaba melodías con cinco años… sin estudiar. Dejándome llevar…”
¿Y siempre te has dejado llevar?
“Sí, por la vida. Por lo que me iba deparando la vida. Antes el corazón que la cabeza, por lo menos en mi caso. También cabeza, pero el corazón lo primero”.
Yo pensaba que lo del piano no lo habías tenido tan presente tan pronto. ¿Eras consciente de lo que hacías cuando te embarcabas en esto de las teclas?
“No era consciente. Pero me embarqué. Estuve hasta octavo en el conservatorio y tuve algunos problemas y me fui. Y mi código era flamenco así que lo que hacía era trabajar con la guitarra y el piano en esas vías”.
No le echas cuentas a lo de la guitarra pero habría que verte tocar
“Me preparé a conciencia para ir al concurso de Jerez. Le eché mis doce y catorce horas y lo llevaba muy bien. Vamos, yo creo que para ganar. Piezas enteras de guitarra, sabía acompañar el cante, por supuesto…”
¿Tienes algo grabado de aquello?
“No. No eran estos tiempos. Aún así tenía cintas con mis toques grabados, pero las perdí. Compuse una rondeña, guajira, bulería enteras. Todo para aquello, bien pensado. Pero el día antes y aunque todo el mundo me decía que estaba muy bien preparado, mi tío Juan me dijo que lo mío era el piano. Para mí mi tío era muy importante y después de una fiesta en casa me dijo que no, que lo mío era el piano. Y la verdad es que en mi cabeza estaba el piano. El concurso de guitarra era un capricho para mí, me hacía ilusión ganarlo pero no tanto porque fuera vocacional”.
Este disco que nos ocupa es más bien un recopilatorio de grandes éxitos, ¿no?
“Son temas vivenciales, muy importantes a lo largo de mi vida”.
Pero no eres tú un artista que haya publicado mucho, a pesar de llevar una trayectoria tan densa. Tras los dos primeros discos estuviste una década o más sin sacar nada
“Sí, porque los discos para mí no son un tema que me interese mucho. Publicar con una frecuencia fija… lo que me interesa es estar cada vez más preparado musicalmente, estar en los festivales importantes… no se trata de dar “pelotazos”.
«Apuntaba el músico que yo quería ser. Cómo quería relacionarme con el instrumento, dónde quería llegar, y no pasaba por eso de los discos o las grandes compañías. En aquella época la preparación era muy fuerte así que tenía que tener clara cuál era mi estrategia»
Me imagino que tras los temazos iniciales… las grandes discográficas te llamarían a la puerta, ofreciéndote el oro y el moro
“Sí, pero no me interesaba. Lo tenía clarísimo”.
Y esa clarividencia ¿desde cuándo?
“Yo me he tirado muchas horas en el conservatorio, estudiando en casa, armonía… y ahí apuntaba el músico que yo quería ser. Cómo quería relacionarme con el instrumento, dónde quería llegar, y no pasaba por eso de los discos o las grandes compañías. En aquella época la preparación era muy fuerte así que tenía que tener clara cuál era mi estrategia. Hoy ya no lo pienso tanto, me dejo llevar más. Y soy muy feliz así”.
Y te dejas llevar ¿porque la inercia ha sido buena?
“Porque ahora toca así. Recibo información y si algo o alguien que me interesa se cruza lo cojo. El Taksim Trío me gusta y voy a por él. No lo pienso tanto”.
¿Cómo estaba el piano cuando llegaste tú?
“Estuvo Arturo Pavón y Pepe Romero, referentes para mí. Tras ellos hubo un parón y un vacío. Pero fui al conservatorio sin buscar nada, sólo ordenarme a mí mismo. A mí Arturo y Pepe me parecían magníficos, tenían elementos clásicos, incluso de cierta modernidad. No eran mi camino pero me gustaban”.
¿Cómo te manejas con la partitura?
“Bien, yo lo escribo todo. Es algo que no es un fin, pero es una herramienta. El conservatorio no me sirvió para saber música, yo ya sabía música. Se trataba de saber gramática musical”.
Otro pilar de tu formación ¿Es el jazz?
“Sí. Recuerdo que había un programa de la radio de Andalucía que era de jazz y lo grababa y me quedaba dormido. Recuerdo perfectamente como me quedaba con lo que hablaban y ponían. Pero fíjate que mi idea va más en la línea de la música contemporánea. Por la línea de Bartok, Ligeti, Strawinsky, etc”
A muy pocos flamencos he escuchado hablar de estos músicos
“Gigantes totales. Estoy harto de escucharlos y analizarlos, tocarlos… por ejemplo Bèla Bártòk apareció en mi vida hace unos veinte años”.
Esa música en casa… no sé qué te dirían
“Era para mí. Si acaso mi hermano Pedro sí lo compartía más. Pero cuando se lo ponía a la gente… me decían “sí… muy bien…” con cara de circunstancias”.
¿Dónde está el piano hoy día?
“Muy bien, francamente bien”.
¿Y dónde lo quieres ver?
“Igual que la guitarra. Ahí tiene que estar. Y es posible”.
¿Y meter el piano flamenco en el conservatorio? Porque la guitarra está costando…
“¿Todavía estamos así?. La verdad es que me llaman de conservatorios de España y fuera para dar clases. Y tengo alumnos españoles y de fuera. En Andalucía me llamaron de Málaga, en Córdoba, Almería… en el norte también. La verdad es que el piano flamenco ayuda mucho a la hora de tocar Albéniz, Turina… y ellos lo saben”.
No hay muchos pianistas flamencos aún, pero cada uno sí que sois muy diferentes
“Sí, y que además no tenemos muchas influencias obligadas. La guitarra sí, estaba Paco de Lucía y era el referente máximo. Nosotros estamos un poco cada uno abriendo nuestro lenguaje y creando las técnicas. No hay una standarización de las técnicas flamencas al piano”.
«No hay señales. El velero es uno mismo y lo que le gusta. El peor crítico y enemigo que tiene uno es uno mismo»
¿Eso sería malo?
“Bueno, sí y no. Crearía patrones similares pero la personalidad de cada uno siempre sobresaldría”.
Después de este disco ¿Qué?
“Tengo otro pensado y luego grabar con el Taksim Trío porque hemos hecho un gran trabajo”.
Pero tienes más espectáculos que no grabas
“Si, de todo habrá que acordarse en el estudio”.
¿Sigues escribiendo en una libreta los sitios a los que quieres llegar?
“No. Hay más seguridad y experiencia que antes. Estoy bien ahora”.
Esta entrevista quizá la lean estudiantes de música y de piano. Tal y como está todo, la cultura en este país… ¿Qué signos te daba la vida para decantarte por aquel camino que cogiste? ¿A qué te agarrabas?
“No hay señales. El velero es uno mismo y lo que le gusta. El peor crítico y enemigo que tiene uno es uno mismo. Y deberíamos ayudarnos a nosotros mismos. Lo que sí tenía claro es que quería ser buen músico por encima de comercial. Si haces lo que quieres eres bueno”.
«Fui al conservatorio sin buscar nada, sólo ordenarme a mí mismo»
¿Cómo surgió “Orobroy”?
“Fue después de una casa en mi tío. Con mi abuela, la Fernanda, la Bernarda, mi padre, Pedro Bacán, el Bo, Fernando de la Morena… fue una noche mágica. Se acostó todo el mundo pero yo temblaba y me puse al piano. Salió. Sin encargos. Luego tiré del hilo. Pero el concepto salió tras esa fiesta. Lo apunté y aún conservo las notas… eso es el flamenco. Componer cuando uno lo necesita soltar”.
¿Tienes oído absoluto?
“No, pero lo tengo bien encaminado…”
@chalauracom