Un trofeo más para las vitrinas
(Léase con voz de Christian Gálvez🙂 Empieza por C: Localidad europea que se caracteriza por la simpatía de sus gentes en general y por la belleza de sus mujeres en particular y que el pasado 3 de junio (2017), sábado, se convirtió en la capital mundial de la felicidad.—Cardiff.
—No. Pista: aquí felicidad es sinónimo de carnaval.
—¿Cádiz?
—Tampoco. Coslada (Madrid).
Ja. Vuelve a quedar de manifiesto que navegar por los mares del humor es algo sólo al alcance de unos pocos genios, y Christian Gálvez no se encuentra entre ellos.
Sí, amigos, el pasado sábado tuve la suerte de asistir a la VII Muestra del Carnaval de Cádiz organizada por mis compis de Sanfercai Javier Barbero y Rubén Cañizares. Las seis ediciones anteriores tuvieron como escenario el Teatro Federico García Lorca de San Fernando de Henares, pero parece que recientemente ha habido alguna historia rara y Sanfercai ha emigrado, al menos por este año, al Nuevo Teatro Municipal de Coslada.
El traslado —efímero o no— no ha influido en el resultado. Séptimo exitazo consecutivo, y eso que la cosa este año coincidía con la final de la Champions del Real Madrid (Cardiff, sí). El cartel lo componían la comparsa Los Peregrinos, de Juan Carlos Aragón: bastante bien (mi opinión), y los piraos de la chirigota del Canijo (Antonio Pedro Serrano), que venían disfrazados de chucherías a propósito de su última creación: No valemo un duro: bastante bien también, y además el Canijo tuvo el detalle de irnos narrando el minuto y resultado de Cardiff. Lo mejor de la función, sin embargo, fue la presentadora, una persona llamada Ana López Segovia, que, según el programa de mano, es de Cádiz, es actriz, y pertenece a la chirigota Las Niñas de Cádiz. Su parodia de Angela Merkel me pareció sencillamente descacharrante, cargada de mala leche, chistes bestias y apología del cunnilingus. Lo siento, a mí fue la que más y mejores carcajadas consiguió arrancarme.
Y ahora una pequeña reflexión mía sobre el asunto del humor y todo esto. Porque hay que ver lo a gusto que se queda uno después de unas risas, aunque sea a costa del sufrimiento de otras personas. Por ejemplo: el episodio penitenciario de Isabel Pantoja, o la delgadez supuestamente preocupante de nuestra Reina Letizia. El escritor Andrés Barba lo dice muy bien en la primera frase de su ensayo La risa caníbal (Alpha Decay, 2016): «Cada vez que un hombre abre la boca para reír está devorando a otro hombre». Otro escritor que también está de acuerdo con esto es David Torres: «No hay chiste, monólogo, gag, o lo que sea, que no ofenda a algún colectivo». Y una última cita erudita: un tuit del cineasta Rodrigo Cortés: «No me río de ti, me río contigo. De ti».
Por lo que a mí respecta, depende del día: unas veces pienso que el humor no tiene límites y otras que reírse no tiene ni puñetera gracia.
El sábado, el Canijo, muy dado a hacer bromas fáciles sobre su notable sobrepeso, dijo en un momento dado de la función: «Mira la cacho de panza que tengo que no me veo la punta, pero me la ve tu mujer. Y me la ve también tu hermana». Por chistes no mucho peores han hecho dimitir por aquí a algún concejal, lo que me lleva a preguntarme no por los límites del humor, sino por el monopolio del humor. No sé si me parece bien que los mismos chistes que dan gloria a un chirigotero le busquen la ruina a un concejal, por más que la figura de concejal en sí misma me resulte antipática a más no poder.
Y luego hay una cosa que pícaramente coló en una de sus intervenciones la presentadora de este Sanfercai 2017, Ana López Segovia: «Hace falta gente joven y potente que venga empujando por detrás». Se conoce que el Carnaval de Cádiz ha recibido últimamente alguna que otra crítica en relación con lo repetitivas y facilonas que se están volviendo sus gracias. Y estoy bastante de acuerdo, quiero decir: no sé hasta qué punto es signo de rebeldía o compromiso social, o ni siquiera gracioso, seguir haciendo chistes sobre la señora Teófila Martínez, una individua que ya ni es alcaldesa ni es nada y de la que no se acuerda más que algún nostálgico recalcitrante. O reírse de Donald Trump, que, sí, será un cáncer superchungo para el planeta, ya lo sabemos todos, pero el tipo está a tomar por saco de Cádiz y eso lo hace cualquiera. A mí lo que me gustaría es oír al Canijo o a Juan Carlos Aragón meterse con los que mandan aquí y ahora. Mira la cacho de panza que tengo que no me veo la punta, pero me la ve la mujer de José María González Kichi, por ejemplo, o la novia de José María González Kichi, o lo que sea que tenga José María González Kichi. Que a lo mejor ya se han metido en ese charco, no lo sé, pero yo el sábado no lo oí.
En fin, los que sí se merecen un par de chistes buenos son los gambas del Ayuntamiento de San Fernando de Henares, por dejar escapar a mis compis de Sanfercai. No sé cuál habrá sido el motivo de la ruptura, no sé si Sanfercai le ha puesto los cuernos a San Fernando de Henares con Coslada o si San Fernando de Henares ya no le daba suficiente cariño a Sanfercai o las dos cosas a la vez, o sea: que Javi y Rubén sean compis míos no significa que me lo cuenten todo, de hecho no me cuentan casi nada, y hacen bien, quién va a contarle secretos a un chismoso, o sea: lo siento, primer mandamiento del decálogo Hunter S. Thompson del perfecto periodista gonzo (copyrigh: Chus Neira): «Nada es off the record», pero, en cualquier caso, el motivo me da lo mismo, el hecho es que, para algo bueno que tenía San Fernando de Henares, van los señores ediles y lo dejan escapar. Panda de tolilis, dimisión ya. No pasa nada, el año que viene, sea donde sea el partido, el Real Madrid volverá a ganar la Champions y Sanfercai volverá a ser un éxito. Ya me lo dirán.
Germán San Nicasio
Escritor